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EL ARROYO MALDONADO Y LA LEYENDA DE LA MALDONADO
Por Elena Luz González Bazán especial para Latitud Periódico y Villa Crespo Digital
28 de diciembre del 2022
La conquista española llega a estas latitudes casi medio siglo después que pusieran un pie en el continente, allá por 1492. Era el año 1536 cuando arriba Pedro de Mendoza que funda Buenos Aires.
La ciudad novel, fue rodeada por cercos para evitar el ataque de los originarios, sus verdaderos habitantes, es bueno recordarlo. Con la amenaza de terribles castigos, las autoridades prohibieron a los habitantes salir del cerco.
Esta primera expedición no tuvo la previsión de traer granos ni animales de crianza, y de esta forma llegó la hambruna.Es importante destacar, que esta conquista, esta primera fundacional llegó a su fin, luego llegaría la de 1580.
De tal forma, que una mujer española, conocida como La Maldonado, no soportó la situación que se vivía, decidió escapar del hambre y del campamento cercado, cruzó el perímetro amenazante y se fue hacia una cueva junto a un arroyo. El hambre la agotó más y se desmayó.
LA PUMA Y LA MALDONADOUna puma, a punto de dar a luz, le dejó un pedazo de carne que le había sobrado, la Maldonado despertó y comió la carne, al rato sintió un rugido desgarrador que la sobresaltó. Se asomó a la cueva y vio a la puma que, echada, estaba a punto de dar a luz.
Como cualquier parto puede resultar difícil, este nacimiento y en esa época mucho más, aunque se tratara de una puma.
La Maldonado la ayudó, aquellos rugidos, se dice, se transformaron en mansos rezongos que terminaron lamiendo muy cariñosamente a sus dos cachorros.
La Maldonado permaneció en silencio, quieta, mirando esa escena conmovedora.
Poco tiempo había pasado cuando los originarios que merodeaban cerca del arroyo se sorprendieron al ver a la Maldonado junto a la puma y sus crías, paseando juntas y de inmediato sintieron un gran respeto por esa mujer que no le temía a las fieras.
La Maldonado caminaba sola cuando fue capturada por varios soldados españoles que se aventuraron en busca de alimentos.Es así, que su captura sirvió para su enjuiciamiento por haber traspasado el cerco de protección; y la condena que le impusieron fue terrible: la ataron a un tronco al costado del arroyo para que se la comieran las fieras. Allí permaneció la Maldonado todo el día hasta la llegada de la noche.
Llegó la noche y el rugido de un animal salvaje pareció anunciarle su terrible final.
Luego vio la sombra de dos fieras trabándose en lucha y, poco después, una de ellas, la que había salido victoriosa, se le acercó con sus brillantes ojos de fuego.
La mujer, que esperaba la muerte, sintió de pronto la caricia de una lengua áspera lamiéndole los pies.
Al cabo de tres días, los españoles volvieron al arroyo. Encontraron a la mujer custodiada por una puma, que los atacó en cuanto se acercaron.
Sólo haciendo disparos al aire pudieron ahuyentar al animal. La condena no se cumplió.
Si las fieras no habían podido, ningún hombre lo intentaría. Desataron a la Maldonado y la perdonaron.Al arroyo era conocido como “El Arroyo de la Maldonado” y posteriormente, como lo conocemos hoy, el arroyo Maldonado.
Esta es otra historia de mujeres… y hembras…
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